Las mujeres rurales, especialmente las indígenas, desempeñan un papel crucial en la conservación de la biodiversidad y la gestión de los recursos naturales en sus comunidades.
A través de generaciones, han acumulado un vasto conocimiento sobre prácticas sostenibles y formas de adaptación al cambio climático, que no sólo han contribuido a la resiliencia de sus familias, sino también al equilibrio ambiental de sus territorios.

A pesar de enfrentar múltiples desafíos, estas mujeres continúan siendo las guardianas de un conocimiento ancestral que puede ser clave en la lucha contra el cambio climático.
Cómo las mujeres indígenas y rurales han conservado prácticas sostenibles por generaciones
Las comunidades rurales e indígenas han vivido históricamente en estrecha relación con la naturaleza, desarrollando un profundo entendimiento de los ecosistemas locales. Las mujeres, especialmente en sociedades indígenas, han sido las encargadas de transmitir y aplicar conocimientos tradicionales relacionados con la agricultura, el manejo de los recursos hídricos, la reforestación y la conservación de la biodiversidad. Estas prácticas sostenibles han sido fundamentales para la supervivencia de sus comunidades y el mantenimiento de un equilibrio ecológico que ha perdurado a lo largo de los siglos.
Por ejemplo, en muchas comunidades indígenas de América Latina, las mujeres siguen utilizando técnicas de cultivo agroecológico, como la rotación de cultivos y el uso de abonos orgánicos, que contribuyen a la preservación de los suelos y la biodiversidad. Estas prácticas no sólo han ayudado a mantener la fertilidad de la tierra, sino que también son resilientes a las variaciones climáticas extremas, como las sequías y las inundaciones.
Según el informe El papel de las mujeres rurales en la adaptación al cambio climático de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), «las mujeres rurales han sido las principales gestoras de los sistemas agrícolas sostenibles en sus comunidades, adaptando sus prácticas a las condiciones cambiantes del clima».

Además, las mujeres indígenas han utilizado sus conocimientos tradicionales para manejar los recursos hídricos, mediante sistemas de riego y conservación que permiten optimizar el uso del agua en zonas áridas o semiáridas. En las comunidades andinas, por ejemplo, el sistema de «andenes» (terrazas de cultivo) ha sido fundamental para prevenir la erosión del suelo y manejar el agua de manera eficiente, un conocimiento que se ha transmitido de generación en generación.
La relación entre el conocimiento ancestral y la resiliencia climática
El conocimiento ancestral de las mujeres rurales e indígenas está íntimamente relacionado con la resiliencia climática. A lo largo de los años, estas mujeres han adaptado sus prácticas agrícolas y de manejo de recursos naturales a los cambios en el clima, utilizando señales de la naturaleza, como la observación de los ciclos de las estrellas, el viento y la fauna, para predecir cambios en el clima y ajustar sus actividades.
Estudios recientes han demostrado que las prácticas ancestrales son clave para enfrentar los efectos del cambio climático, como la escasez de agua, las sequías prolongadas y las tormentas más intensas. La resiliencia de estas mujeres radica en su capacidad para adaptarse a condiciones cambiantes sin perder de vista la sostenibilidad. En su mayoría, estas prácticas no dependen de la tecnología moderna, sino de la sabiduría adquirida a lo largo de siglos de convivencia con la naturaleza.
En el estudio Resiliencia climática en comunidades indígenas: un análisis de las prácticas ancestrales realizado por el Banco Mundial en 2022, señaló que las comunidades indígenas que preservan sus conocimientos tradicionales han mostrado una mayor capacidad para adaptarse a los impactos del cambio climático, como las variaciones en las cosechas y las inundaciones.
De acuerdo con el informe, «las mujeres indígenas están utilizando su conocimiento ancestral para recuperar suelos degradados, optimizar el uso del agua y mejorar la biodiversidad, lo que les permite mantener la seguridad alimentaria en un entorno cambiante» (Banco Mundial, 2022).
Amenazas que enfrentan y la importancia de su reconocimiento en las políticas climáticas
A pesar de su valioso papel en la lucha contra el cambio climático, las mujeres rurales e indígenas enfrentan numerosas amenazas que ponen en peligro su bienestar y el de sus comunidades. El acceso limitado a recursos, la falta de apoyo institucional y la discriminación de género son barreras que dificultan el reconocimiento y la promoción de sus conocimientos y capacidades. Además, muchas veces son las primeras en sufrir los impactos del cambio climático, como la pérdida de tierras agrícolas, la escasez de agua y la reducción de la biodiversidad.

La invisibilidad de las mujeres rurales en las políticas climáticas y el escaso reconocimiento de su conocimiento ancestral son obstáculos importantes. Según el informe El empoderamiento de las mujeres rurales en la lucha contra el cambio climático de ONU Mujeres (2021), «la exclusión de las mujeres rurales en los procesos de toma de decisiones sobre cambio climático debilita la eficacia de las políticas climáticas, ya que se pierde una valiosa fuente de conocimiento y experiencia práctica». En este sentido, es fundamental incluir a las mujeres en los procesos de formulación de políticas climáticas, asegurando que sus voces sean escuchadas y sus contribuciones sean valoradas.
El reconocimiento del papel de las mujeres rurales en la adaptación al cambio climático también implica garantizar su acceso a recursos, capacitación y tecnología adecuada, así como fomentar su participación en la toma de decisiones.
Para ello, es necesario que los gobiernos y las organizaciones internacionales reconozcan su rol crucial y promuevan políticas que integren el conocimiento ancestral y las necesidades de las mujeres rurales en la agenda climática global.
Las mujeres rurales e indígenas han sido y continúan siendo guardianas del conocimiento ancestral que ha permitido la adaptación al cambio climático en sus comunidades.
Su capacidad para gestionar los recursos naturales de manera sostenible y resiliente es clave para la lucha contra el cambio climático, y su rol debe ser reconocido y promovido en las políticas climáticas. Sin embargo, las barreras sociales y económicas que enfrentan limitan su potencial, por lo que es crucial garantizar su inclusión en los procesos de toma de decisiones climáticas y proporcionarles los recursos necesarios para seguir desempeñando su papel fundamental en la protección del medio ambiente y la resiliencia de sus comunidades.
